Naza & Héctor
¿Y si hacemos algo diferente? Fueron las primeras palabras que leímos…
La historia de nuestros chicos comienza con su primer email. El asunto ya nos desvelaba que su boda no iba a ser nada convencional.
En él nos contaban que querían hacer una fiesta con los humanos que más querían y compartir con ellos este amor. Pero no solo con los humanos, sino también con todos los perros con los que viven y conviven cada día. Naza y Héctor trabajan en la Fundación Acavall. Esta fundación se encarga, entre otras cosas, de mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad mediante intervención asistida con animales.
Desde ese primer momento supimos que teníamos entre manos una de esas bodas que tanto nos entusiasman. Fiestas del amor sin reglas ni patrones con una pareja de excepcional corazón.
Nos cautivó la importancia que le daban a sus invitados más ilustres, los perretes. Por ello buscaron una finca adaptada para que todos (sobre todo los invitados de cuatro patas) tuviesen el espacio que necesitaban. Pero no solo se conformaron con un lugar amplio donde pudiesen correr y olfatear a sus anchas, hubo un corner dedicado para ellos, “El Verbeneo Perruno”. Este contenía cestas con piñas y palos, chuches perrunas, mordedores y juegos para que perros y humanos compartieran momentos.
Una vez localizada la finca, comenzamos con la búsqueda de la gastronomía, otro punto clave. Naza y Héctor son vegetarianos y querían que sus invitados se deleitaran con delicias naturales. Les presentamos a la chef de nuestro restaurante vegetariano favorito y junto a ella comenzamos a trabajar en la confección del menú.
La idea era colocar diferentes buffets alrededor del jardín rodeando las mesas de madera del banquete, facilitando así que los invitados se sirviesen al gusto. Había bocados deliciosos como los bocaditos de polenta con mozarella y salsa teriyaki o la tarta vegana de chocolate y tofu sedoso con avellanas.
Nos ocupamos de buscar todo el menaje adecuado para ello. No lo puedo evitar, disfruto como una enana cuando dejan en mis manos todos estos detalles que me acercan a mis inicios en el mundo de la gastronomía y de las bodas.
¡Todo preparado! Los invitados iban llegando con sus mejores galas acompañados de sus mascotas. ¿Podéis imaginar cómo seria poder ir de boda con vuestros perros? Para la recepción de los invitados y para aliviar el calor, gorros de paja, rica limonada y sangría casera preparada con mucho cariño y fruta de la temporada. De camino a la ceremonia un gran árbol de falsa pimienta repleto de corazones con mensajes para cada uno de sus invitados.
La finca disponía de un pequeño campanario que nos enamoró a primera vista. Una fachada blanca con enredadera verde ¡no podíamos tener mejor trasera que esa!
Para la llegada a la “zona de compartir” decidimos poner alfombras blancas con cestos de flores silvestres y helechos marcando el camino hasta una antigua mesa restaurada.
En la entrada a la ceremonia, al igual que en el resto de espacios, cartelería de madera con ramilletes de flores y frases rebonitas como: “tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir…”
Como no podía ser de otra forma, las perritas de la pareja tuvieron gran protagonismo en la ceremonia. Fue un momento muy bonito ver salir a Naza y Héctor cogidos de la mano con sus tres compañeros de vida. Para ellas encargamos unos tocados para sus arneses.
Para la salida, ¡explosión de pompas y color! Conos repletos de florecillas desmigadas y pomperos.
Dividimos el momento festivo en dos ambientes; una zona de relax, para todos aquellos que no pudieran resistirse a una rica siesta. Y por otro lado una banda de música swing de la cual Naza y Héctor son fans.
Una vez más pudimos disfrutar de una pareja excepcional, comprometida con una buena causa donde ayudan a personas y animales. Esto para nosotros dice mucho de las personas. Bienvenidos al mundo de Naza y Héctor, donde los abrazos reconfortan, las miradas hablan y las sonrisas son verdaderas.
¡Gracias por ese mail, gracias por existir, gracias por compartir!
Momento de disfrutar la selección de fotones de la mano de Cristina Yabiku